La decisión de tener o no tener
una fiesta, es de los padres y depende de lo cómodos que se sientan. Sin
embargo, lo mejor es tener los pies sobre la tierra y ser muy realistas con
respecto a lo que se espera. Por ejemplo, montar una fiesta para un niño de dos
años de edad en la cual estén presentes payasos, magos, castillos para trepar y
decoración temática, puede ser un verdadero desperdicio de dinero si lo que
esperamos es que el niño recuerde dicho evento. Difícilmente las personas,
recuerdan lo vivido a los dos años de edad.
Lo más probable es que, un niño
tan pequeño simplemente permanezca dormido durante gran parte de la fiesta, o
se sienta tan incómodo por los personajes y el ruido que termine llorando. Es
bastante natural que los padres quieran celebrar los cumpleaños de niños
pequeños, sin embargo estas celebraciones deben incluir solamente a la familia
y amigos más cercanos. Más adelante, cuando los niños crezcan, estarán listos
para disfrutar de fiestas más elaboradas y toda inversión en tiempo y esfuerzo
realizada por los padres, no caerá en saco roto.
Los invitados
En lo que respecta a las fiestas
infantiles, uno de los momentos más estresantes es, la elaboración de la lista
de invitados. Repetimos nuevamente, esta es una decisión que les corresponde a
los padres y al niño celebrado, lo importante es que este, se sienta cómodo con
las personas asistentes a la celebración. No se recomienda invitar a una clase
completa, vigilar a 20 o 30 niños es un reto imposible para cualquier familia.
En el caso de niños en edad escolar, deberemos prestar atención a sus
preferencias. El invitar a niños con los que el celebrado no se siente cómodo o
tiene algún tipo de roce o problemas, hará que un día que se supone divertido,
se convierta en un día tenso y estresante para todos.
Hay que tener presente también,
el tema de la inversión de dinero. Más niños equivalen a más dinero invertido,
a más tiempo dedicado a la preparación y también a un incremento en las posibilidades
de que algo salga mal, debido a incidentes y accidentes. Tampoco hay que
exagerar invitando a un número demasiado reducido de niños, ninguna fiesta
merece llamarse fiesta con cinco o seis invitados. Un número promedio bastante
aceptable podría ser de 12 a 15 niños.
Los organizadores, deben tratar
de repartir las invitaciones, por lo menos dos semanas antes de la fiesta, a
mayor anticipación, hay mayores probabilidades de que los invitados puedan
organizarse adecuadamente y asistir a la fiesta. Hay que tener cuidado de
algunos días y horarios especiales, por ejemplo, durante los sábados en la
mañana, muchos niños se dedican a hacer deporte, ir a la piscina o jugar
partidos de fútbol.
Un consejo práctico para que las
invitaciones no terminen extraviadas, es el de colocar un pequeño imán en estas
(hay invitaciones que ya vienen con imán) de tal forma que puedan ser colocadas
en la puerta de una nevera. La invitación también debe mencionar datos de
contacto del organizador, esto incluye teléfono fijo, teléfono celular, correo
electrónico e incluso Facebook.
El lugar elegido para la fiesta,
depende de las preferencias del niño y la familia. Esto finalmente será
decidido en base a la personalidad y preferencias del niño. La decisión se
puede tomar, teniendo en cuenta el número de niños al que se piensa invitar, la
cantidad de adultos que estarán dispuestos a vigilar y controlar la situación,
etcétera. También es imprescindible que, cuando los invitados sean muy
pequeños, estén acompañados por algún padre o tutor que se haga responsable de
ellos.
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