jueves, 28 de mayo de 2015

Madres primerizas: creencias infundadas


Cuando una mujer está embarazada por vez primera, experimenta cambios que varían según cada caso. Algunas, experimenta su embarazo de una manera bastante fluida y libre de tensiones, otras, suelen sentir mucha ansiedad y estrés. Se sabe que, la mayoría de mujeres que experimentan problemas emocionales y miedos durante el embarazo, lo hacen debido a creencias infundadas e irracionales. A continuación mencionaremos algunas de las creencias más difundidas entre las madres primerizas.


Los antojos del embarazo

Todos hemos escuchado alguna vez, anécdotas curiosas acerca de antojos descabellados que se presentan durante la etapa del embarazo. Algunas mujeres incluso afirman sentir deseos incontrolables de ingerir alimentos, que muchas veces jamás han sido siquiera de su gusto. En otros casos, afirman haber tenido que despertar  a sus parejas en medio de la noche para pedirles algún alimento exótico. No existe ninguna razón fisiológica para que una mujer embarazada, desarrolle gustos exóticos a horas impensables de la noche.

El tema de los antojos pasa más por un asunto psicológico. La futura mamá, se ve afectada por intensos cambios hormonales que hacen que su humor fluctúe constantemente. Por momentos están furiosas, después se encuentran algo deprimidas. Una mujer sometida a la influencia de los cambios hormonales, puede sentir una necesidad muy fuerte de estar protegida, y la forma de demostrarse a sí misma que existe alguien que la puede proteger, es poner a prueba a las personas a su alrededor, solicitándoles alimentos desacostumbrados.

También existe una necesidad en la embarazada, de ponerse a prueba a sí misma. Durante esta etapa de la vida, muchas mujeres sienten que su estilo vivencial cambiará drásticamente, desarrollan ansiedad y estrés y una manera de disipar dicho estado de alteración, es mediante la ingesta de comida alta en calorías, por ejemplo, dulces, pasteles y refrescos.

El mal de ojo

Se le conoce como mal de ojo, a la supuesta capacidad que tiene una persona para alterar la fisiología o salud de otra, con sólo echarle una mirada. La persona supuestamente perjudicada está “ojeada”. Es curioso constatar lo antiguo que es este mito. Data de la época de las antiguas civilizaciones egipcia y babilónica. Este mito ha sobrevivido hasta nuestros días y se basa en la creencia de que la maldad puede difundirse a través de los ojos, mediante la mirada.

Una versión de esta creencia, asegura que las mujeres que por primera vez cursan un embarazo, pueden ocasionar el mal de ojo a otros bebés, si solamente los observan sin tocarlos. Aducen quienes creen en esto, que el ojeado llorará constantemente, e incluso desarrollará fiebre o diarrea. Creen que ningún médico puede solucionar este problema, y que sólo se aliviará el bebé cuando la embarazada primeriza lo cargue.
No existe ninguna evidencia, estadística o científica, que demuestre siquiera algo parecido al mal de ojo. Lo que sí existe, es la certeza de que personas con cualquier enfermedad infecciosa, pueden contagiar de dicha enfermedad al bebé, en especial durante sus primeros días de vida. Esto se debe a que el sistema inmunitario del niño está recién madurando y desarrollándose.

 Es muy importante que durante las primeras semanas, se evite que el niño se vea expuesto a la visita de gran número de personas. Muchas veces algunos adultos tienen infecciones en una etapa conocida como subclínica, no presentan síntomas y sin embargo, la infección está allí y con la capacidad de diseminarse.
Ante cualquier síntoma extraño en el bebé, la reacción inmediata de los padres debe ser el llevarlo a un médico. Muchas veces con un examen sencillo y algunas pruebas clínicas, es posible detectar alguna infección que recién está comenzando, la cual es mucho más fácil de detener en esta etapa.



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