jueves, 28 de mayo de 2015

Embarazo y psicología


Paralelamente a los cambios físicos, una mujer embarazada también experimenta algunos cambios psicológicos durante el periodo de espera. Si bien es cierto, los cambios físicos son los más apreciables, también es importante darle importancia a los cambios psicológicos. Lleva un tiempo, adaptarse psicológicamente a la idea de estar embarazada y cada trimestre tiene características especiales y únicas.


Algunas mujeres durante el embarazo experimentan algunos síntomas físicos especiales, incluyendo sueño, agotamiento, cansancio y también síntomas físicos que incluyen molestias en las mamas. Esto se presenta incluso antes de confirmarse el embarazo. Las alteraciones del sueño durante el primer trimestre, responden a la adaptación de la embarazada a su nueva situación. Necesita descansar más, para poder prepararse para los cambios que vienen más adelante.

Durante el primer trimestre, la mujer embarazada percibe a su futuro hijo como real, pero en ciertos momentos también como una ensoñación. Esto se debe a que la presencia física del bebé aún no es manifiesta. Tampoco existen movimientos que indiquen la presencia de una nueva vida. El sueño que muchas mujeres embarazadas manifiestan experimentar, les ayuda a entrar en un estado de introspección en el cual se conectan con el bebé, de manera emocional.

Los cambios hormonales, también son responsables de la irritabilidad, el humor cambiante y la hipersensibilidad en la mujer. De hecho, estas son algunas de las principales características del embarazo. La embarazada siente que su estado de ánimo fluctúa a lo largo del día, por momentos se siente bastante fuerte y reconfortada y por ratos se quiebra.

Es inevitable también, que durante el primer trimestre del embarazo, exista un gran temor por parte de la madre a perder el bebé. También se ve con frecuencia que la embarazada, medita acerca de la conveniencia de tener al bebé. Durante esta etapa, la futura mamá suele cuestionarse duramente y se plantea preguntas acerca de su capacidad para cuidar una nueva vida.

Durante el segundo trimestre, suelen manifestarse también algunos otros miedos. El miedo a las malformaciones del bebé es uno de los más frecuentes. Para este momento, el bebé ya se ha manifestado físicamente, hay un aumento del volumen del vientre y la madre ya percibe los movimientos del niño. En el segundo semestre, la futura mamá se suele sentir con más energía y capaz de afrontar desafíos.

Durante el tercer trimestre, sin embargo, hay un cambio algo radical pues la madre siente que debe alimentar al bebé, el cual ya comienza a ejercer mayores molestias físicas en su organismo. Por un lado, la mujer embarazada desea que el alumbramiento se produzca pronto, por otro lado siente algo de temor ante la llegada inminente del bebé a su vida. Esta ambivalencia suele ocasionarle algunas veces ansiedad y estrés.
La llegada del primer hijo, suele generar las mayores expectativas en la futura mamá, quien literalmente sueña acerca de su futuro y el de su bebé. Junto a estas expectativas, aparecen los primeros miedos, los cuales se manifiestan de forma distinta según la personalidad individual.

Existen algunos casos especiales en los cuales, la futura mamá experimenta cuadros depresivos los cuales pueden ir desde leves hasta muy severos. Si esta depresión es transitoria, puede ser considerada como normal ya que responde a un cambio drástico en el estilo de vida habitual. Sin embargo, cuando la depresión se prolonga por periodos extensos o inhabilita a la embarazada, es necesario solicitar ayuda especializada.

Hay que tener en cuenta que, el estado psicológico de la madre puede influir positiva o negativamente en el desarrollo del niño, ya que la mayoría de dichos estados, no sólo están generados por sustancias químicas, sino también, tienen la capacidad de producir y modificar dichas sustancias que circulan por el torrente sanguíneo, por ejemplo la adrenalina y cortisol.

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